Luego de un largo y convulso proceso electoral tenemos la responsabilidad de tomar nota de las lecciones aprendidas y mirar hacia adelante con el objetivo compartido de lograr una sociedad más inclusiva y de mayores oportunidades para todos los costarricenses. Los retos son muchos y, pese al título de esta columna, de vieja data. No hay borrón y cuenta nueva.
Sin embargo, una nueva administración, sobre todo una donde el presidente electo llega al poder con la promesa de romper esquemas y eliminar enquistadas malas prácticas, tiene la libertad de pensar ambiciosamente. Nada más ambicioso que lograr integrar nuestras riquezas ambientales a la nueva economía digital.
En diciembre del año 2019, la totalidad de activos digitales en circulación, las crypto monedas, tenían un valor de USD 356 billones de dólares. Su valor continuó al alza hasta llegar, casi dos años después en su punto más alto, a representar USD 3.1 trillones de dólares, multiplicando su valor por un factor de 10. Estos activos son muy volátiles y a hoy su valor se ubica en USD 1.9 trillones de dólares. Estas cifras reflejan lo dinámico de un mercado claramente ofrece oportunidades que debemos aprovechar como parte de la modernización de la economía costarricense.
La pregunta es, ¿cómo? No hay una única respuesta, pero ya se vislumbran algunas alternativas que, para un país con la riqueza ambiental que posee Costa Rica vale la pena explorar. Me refiero específicamente a la digitalización de derechos de compensación de carbono. De acuerdo con un artículo publicado por el Financial Times, desde octubre pasado se han digitalizado casi 20 millones de derechos de carbono, derechos que compañías que emiten gases de efecto invernadero compran para compensar su efecto contaminante. El valor de estos derechos, cada uno representado una tonelada de carbón capturado, se triplicó en el último año llegando a alcanzar USD 15 dólares. Y acá está la oportunidad.
Debemos trabajar en crear condiciones que promuevan la certificación, registro y digitalización de la compensación que generan nuestros bosques, plantas de energía renovable y otras iniciativas donde somos pioneros. Adicionalmente, reconociendo que el proceso de minado de cryptomonedas es intensivo en energía, se debe permitir que la capacidad ociosa de generación pueda utilizarse para este fin libre de las limitaciones que las leyes actuales imponen.
Es el momento de ser ambicioso e innovador. Ojalá que las nuevas autoridades puedan ver más allá de los retos inmediatos, que claramente deben atenderse, y logren promover iniciativas como la acá esbozada. Eso sí sería hacer borrón y cuenta nueva.
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