Sr. Marlon Chacón Garro, Socio Consultor Ecoanálisis
El entorno en el que la sociedad se encuentra actualmente experimenta un acelerado proceso de innovación tecnológica que alterará la forma en la que vivimos, trabajamos, y nos relacionamos con los demás, y quienes no se adapten a estos cambios quedarán rezagados. Dicha transformación fue denominada la “Cuarta Revolución Industrial” por el economista alemán Klaus Schwab en 2016 y se distingue de las anteriores por la fusión de las tecnologías y su interacción con los dominios físicos, digitales y biológicos.
Ante este panorama, a Costa Rica se le presenta la oportunidad de surgir como un país líder de la región en materia tecnológica, lo cual también puede ser visto como una medida para fomentar el crecimiento y reducir el desempleo. Dicho esto, la Organización Internacional del Trabajo afirma que es poco probable que la automatización destruya ocupaciones completas, sino que cambiará el tipo y la cantidad de tareas en la mayoría de empleos; de tal forma que, si los ciudadanos poseen las habilidades que se demandarán en los trabajos del futuro, la revolución debería ser percibida como una oportunidad y no como un peligro.
Entonces, vale la pena cuestionarse ¿quién debe dotar a los ciudadanos de estas habilidades? Considero que existen dos involucrados: 1) el Estado, el cual debería ser partícipe activo en la promoción de un ambiente favorable para la atracción de inversión y de las destrezas del futuro, especialmente sobre la población que cuenta con menos recursos, de lo contrario serán únicamente aquellos que tengan más quienes se verían beneficiados de esta revolución, fomentando la ya existente desigualdad en nuestro país, y 2) el individuo, quien debe procurar formas para capacitarse y adquirir estas habilidades como herramienta para lograr su bienestar.
Ejemplo de la trascendencia de la participación del Estado en esta transición fue la denominada “Nueva Agenda de Habilidades para Europa”, la cual consiste en una estrategia desarrollada por la Comisión Europea en 2016 con el fin de que la región esté preparada ante los cambios ocasionados por la revolución. Entre otros puntos, se podrían rescatar los siguientes (que podrían ser aplicables al caso costarricense): 1) hacer de la educación y el entrenamiento vocacional la primera opción, se debe fortalecer la educación técnica y promover la enseñanza de las “carreras del futuro”, 2) reforzar las habilidades básicas, recordemos que hace no muchos años bastaba con saber leer y escribir para conseguir trabajo, con el transcurso de los años ya no era suficiente, sino que se solicitó el dominio del idioma inglés, ahora es imprescindible adquirir habilidades tecnológicas como un complemento necesario de las básicas, y 3) promulgar la información necesaria para que los estudiantes disciernan cuáles carreras estudiar y cuáles no.
Así como lo hizo la región europea, Costa Rica también trazó un plan en 2018 denominado “Estrategia de Transformación Digital hacia la Costa Rica del Bicentenario 4.0” el cual pretende que el pueblo se beneficie de la Cuarta Revolución Industrial y de las sociedades del conocimiento; dicha estrategia se basa en 6 ejes fundamentales, de los cuales destaco el denominado “sociedad innovadora”, que se fundamenta en: 1) fortalecer la institucionalidad del ecosistema nacional de innovación, 2) potenciar las destrezas y habilidades digitales de la sociedad costarricense, y 3) desarrollar las capacidades para los empleos y empresas del futuro. Hago especial énfasis en este eje pues es el que promueve una mejoría en el capital humano, factor que diferencia a Costa Rica del resto de los países de la región, y que en conjunto con otra serie de factores permite visualizar los beneficios que se podrían derivar a causa de una buena ejecución de políticas en torno a la revolución.
En conclusión, es necesaria la adquisición de nuevas herramientas tecnológicas por parte de las nuevas generaciones y también de quienes ya son partícipes del mercado laboral, en este proceso el papel del Estado es fundamental, pero debe ser complementado con la voluntad y deseo de superación de cada individuo. Además, cabe recalcar que es responsabilidad de los ciudadanos seguir de cerca la Estrategia de Transformación Digital y velar por su ejecución, con el fin de que el pueblo y la economía costarricense se vean beneficiados de la Cuarta Revolución Industrial.
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