¿DEUDA CARA POR BARATA?

La deuda del gobierno central ha aumentado aceleradamente desde el 2008. En términos absolutos y convertida a dólares, pasó de US$7.300 millones a cerca de US$45.000 millones estimado para fin de año, y con respecto al PIB se triplicó de 23% a 75%. Conforme la deuda iba disparándose, en un principio se argumentó que, para evitar una crisis de confianza, la relación al PIB debería llegar a lo sumo al 40%; luego se mencionó el 50%, después el 60%. Ya superamos el 70% y no para de contar. A pesar de ello, afortunadamente el país ha podido evitar una gran crisis de deuda, que nos hubiese empobrecido aún más.

El impacto en la economía, sin embargo, no ha sido despreciable. En este momento dedicamos más del 5% del PIB sólo a atender los intereses, nos degradaron las calificaciones de riesgo, se elevaron las tasas reales de interés y se han presentado efectos negativos en el sector real: la actividad crece cada vez menos, la inversión se contrajo y el desempleo se disparó. Por la irresponsabilidad fiscal, no se ha podido utilizar la política fiscal cuando más se necesita. ¡¿Qué hicimos con semejante cantidad de endeudamiento?!

Aparte del significativo incremento absoluto y en relación al PIB, se han acrecentado los diferentes riesgos por los menores plazos, el aumento en moneda extranjera, las inversiones de los fondos de pensiones, el estrujamiento del sector privado. Desde el año pasado la política monetaria súper expansiva del Banco Central ha coadyuvado indirectamente con esos requerimientos. Los bancos comerciales, en especial los públicos, han financiado la mayoría de las necesidades del Ministerio de Hacienda, con los recursos excedentes.

Para evitar una crisis de deuda, la actual administración, otrora crítica acérrima, se ha visto obligada a recurrir a la suscripción de un convenio de Facilidad de Servicio Ampliado con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Este organismo internacional también ha cambiado sus posiciones y ahora aceptó un programa menos riguroso en cuanto a reformas estructurales y hasta estuvo dispuesto a desembolsar parte de los recursos con sólo la venia legislativa y sin que se aprobaran los compromisos asumidos. Ahora que el Congreso autorizó el convenio en segundo debate, en los próximos días se recibirán cerca de US$300 millones.

Los buenos resultados fiscales permitirán pasar la primera prueba en la próxima revisión y recibir otro monto similar antes de fin de año. Existen dudas sobre los restantes desembolsos por cuanto el panorama político y la cercanía de las elecciones podrían dificultar la aprobación de los proyectos acordados para incrementar los ingresos. También se está a la espera de la resolución de la Sala IV sobre la constitucionalidad del proyecto de empleo público. El pasado 22 de junio ingresaron US$300 millones de un préstamo del Banco Mundial y que será utilizado para apoyo presupuestario una vez se presente el presupuesto extraordinario; similar a otro de US$100 millones por parte del BID.

Estos desembolsos, junto con las captaciones realizadas hasta ahora por el Ministerio de Hacienda, ayudarán a terminar el año sin mayores contratiempos. Los vencimientos de pasivos en moneda extranjera para el segundo semestre, ascienden a alrededor de US$850 millones, especialmente por deuda colocada en el mercado local. Los vencimientos de colones son el doble, pero con la liquidez existente no debería haber dificultades para su captación. Los principales bancos centrales tampoco todavía endurecerán su política monetaria.

Las complicaciones podrían empezar a presentarse a principios del próximo año, en caso de que no se aprobaran y desembolsaran algunos de los préstamos multilaterales, si estos estuvieran supeditados al cumplimiento previo del convenio con el FMI. El proceso electoral por sí mismo introduce un importante grado de incertidumbre, máxime si se requiriera una segunda ronda (balotaje), como todo pareciera indicar. Es probable que algunos de los empréstitos pendientes puedan accederse con sólo la reciente aprobación legislativa, pero no hay seguridad.

Los préstamos multilaterales en condiciones concesionales son positivos, pero con el debido planeamiento y justificación técnica. Esta administración ha solicitado una cantidad excesiva y sin precedentes para sus últimos meses. Los montos superan los US$4.000 millones, en tanto los vencimientos en moneda extranjera (interna y externa) ascienden a US$1.600 millones. Con una autorización máxima de US$1.000 millones, adicionales a los que proveerá el FMI, sería suficiente. El resto de los empréstitos podrían aprobarse para el segundo semestre del 2022 y el 2023.

Desde el punto de vista político no hay nada más rentable y apetecible que contar con mucho financiamiento externo. Es como maná caído del cielo. Permite mantener artificialmente bajas las tasas de interés, abaratar las importaciones, vía apreciación del tipo de cambio, incrementar las reservas internacionales, generar gran liquidez y transmitir una sensación de bonanza. Excelente para una buena fotografía al final del mandato. Así lo entendió esta administración desde el inicio cuando insistió en eurobonos por US$6.000 millones; en hora buena el Congreso sólo autorizó una emisión de US$1.500 millones.

Desde una perspectiva técnica y de sostenibilidad, esos grandes montos en un período tan corto, son inconvenientes, especialmente si son para financiar gastos corrientes, como es el presente caso. Las consecuencias son peores que la denominada enfermedad holandesa. Muchos de los problemas actuales residen precisamente en el gran financiamiento externo, que incrementó la restricción presupuestaria, sin ningún condicionamiento. No se generan las divisas en el futuro para atender los repagos. Además, esos préstamos tienen límite, no son infinitos; lo que se utiliza ahora, no podrá solicitarse en el futuro.

No podemos continuar por esa ruta poco responsable. El trillado argumento de cambiar deuda cara por deuda barata no tiene asidero. Los empréstitos en moneda extranjera generan un riesgo cambiario, en tanto los ingresos del gobierno son en colones. En el último año, por ejemplo, el colón se devaluó más del 6% y las expectativas son de ajustes futuros adicionales. Estos préstamos multilaterales al menos deberían condicionarse para atender sólo vencimientos en moneda extranjera. En caso contrario, se incrementan los riesgos cambiarios y se presiona a la baja injustificadamente el tipo de cambio, el precio relativo más importante para una economía pequeña y abierta como la nuestra.

Datos hasta abril 2021
Fuente: Elaboración propia (Ecoanálisis) con datos del Ministerio de Hacienda.
PhD. Norberto Zuñiga
Socio Consultor Ecoanálisis
Prohibida la reproducción parcial o total sin autorización de Ecoanálisis

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