El Ministerio de Hacienda anunció que mantiene su proyección de déficit fiscal para el año 2020 en 9.3% del Producto Interno Bruto (PIB). Esto como resultado de ingresos por impuestos cercanos a 13% del PIB y gastos superiores al 22% del PIB. En años recientes los ingresos estuvieron más cerca del 14% del PIB, mientras que los gastos fueron menores al 20% del PIB. Ese faltante fue financiado con deuda interna y externa, es decir, accediendo al ahorro de los residentes del país (ahorro interno), así como a recursos del exterior (ahorro externo).
Ante los mayores gastos, el Ministerio de Hacienda enfrenta la necesidad de proponer un ajuste en sus ingresos y sus gastos. La primera propuesta, que fue rechazada de forma casi unánime y que ha motivado su retiro, se basó fuertemente en acceder a recursos locales, ya no por la vía de préstamos (deuda interna), sino por la vía de impuestos. Una de las posibles razones para el rechazo de la propuesta es que todos los residentes, a causa de la pandemia, hemos sufrido caídas en nuestros ingresos o en nuestros ahorros, es decir el ahorro interno se ha visto afectado negativamente. Una nueva propuesta de mayores impuestos va a tomar tiempo en ser estudiada por la sociedad y, eventualmente, aprobada por el congreso.
La propuesta de reforma fiscal contenía también otras posibles maneras de reducir el déficit fiscal. Estas se seguían enfocando a lo interno, una pequeña reducción de gastos del gobierno y una paupérrima venta de activos estatales.
Llama la atención que, la propuesta y la discusión guiada por el Poder Ejecutivo, no mencione de forma importante algo en lo que tenemos un record de éxitos: la atracción de ahorro externo por otras vías diferentes a la deuda externa.
Esto se puede lograr por medio de Inversión Extranjera Eirecta (IED). En esto, el país fue durante un período de los de mayor éxito en América Latina. El beneficio fiscal de la IED se da por medio de una mayor captación de impuestos pagados por no residentes al pagar sus operaciones en el país, especialmente, para los denominados centros de apoyo administrativo y financiero, que son en esencia centros de costos para las empresas, y que, requieren transferencias mensuales del exterior para pagar su operación. Dentro de estos recursos externos transferidos se incluyen impuestos a planillas, compras y otros.
Otra manera de aprovechar el ahorro externo, lamentablemente no tenemos el mejor historial, es por la vía de concesiones a empresas extranjeras. Las concesiones, especialmente de obra pública, son financiadas con ahorro externo. Esto reduce el monto del gasto de capital del gobierno y permite al gobierno reducir sus necesidades de impuestos o de financiamiento del déficit vía deuda interna.
Las ventajas de acceder al ahorro externo es que existen países que tienen niveles de ahorro externo mucho más alto al nuestro y menores necesidades que nosotros, por lo que acostumbran invertirlo en otros lugares. Además, por esta vía diversificamos las fuentes de financiamiento para las necesidades fiscales, no todo vendría del ingreso y del ahorro local, disminuyendo así el riesgo de una caída repentina y abrupta de los mismos.
Lamentablemente, el principal escollo para medidas de este tipo no es, como muchos se habrán imaginado la pandemia, ni la evidencia empírica en su contra o la dificultad para aprender cómo hacerlo, sino la ideología del partido de gobierno. El PAC ha frenado cualquier intento de firmar nuevos acuerdos comerciales que ayuden a aumentar la IED, la Alianza del Pacífico es un buen ejemplo. Además, ha mostrado un pésimo récord de asignación de concesiones a empresas extranjeras. Su equipo económico en algún momento propuso medidas de esta índole, pero estos proponentes fueron saliendo del gobierno uno por uno por roces ideológicos con la parte del PAC que no cree en los beneficios de una economía abierta a mercados externos o de mejoras fiscales que no sean vía mayores impuestos. Claramente este enfoque lo único que hace es limitar las opciones y volver a poner las cargas sobre los residentes de una economía sin dinamismo y sin reactivación a la vista.
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