Muchos se preguntan ¿cuál debería ser el camino para alcanzar una fuerte y sostenida recuperación de la pandemia, la cual permita enfrentar con éxito viejos retos, tales como pobreza, desigualdad, desempleo, informalidad y disparidad en el aprendizaje? Estos retos, además, se profundizaron con la covid-19. Se pretende en este artículo plantear algunas ideas que creo nos podrían ayudar a contestar esta pregunta y lograr alcanzar la reactivación económica que todos deseamos.
El objetivo no puede ser una recuperación que simplemente nos lleve a los niveles pre-pandemia, porque con el desempeño económico que Costa Rica venía mostrando a esas fechas, claramente no es posible hacer frente a los retos señalados. Basta recordar, por ejemplo, que en el 2019 la pobreza se situaba alrededor de un 21%, el desempleo abierto en un 12.4% y el empleo informal un 46.5%, por citar solo algunos datos. Así, estamos hablando de una recuperación diferente, basada en una combinación de políticas de corto, mediano y largo plazo, que permitan alcanzar un crecimiento económico alto y sostenido, y no sólo la atención al ciclo económico por el que estamos transitando (crisis sanitaria producto del covid-19). A este respecto, el premio Nobel de economía, Paul Romer, nos recuerda que, de acuerdo con la teoría económica, hay otro proceso subyacente al ciclo económico diferente a lo planteado por el modelo keynesiano (fomento de la demanda): el proceso de descubrimiento e innovación. Es este proceso el que genera mejoras a largo plazo en el nivel de vida de las personas.
Es importante tener presente que la innovación es la principal fuente del crecimiento de la productividad de un país y que esta última es la característica distintiva entre los países de ingresos medianos que hicieron la transición a países de ingresos altos y aquellos que no la hicieron, tal y como lo ha documentado un interesante estudio del Banco Asiático de Desarrollo. De esta forma, lo que realmente determinará si logramos alcanzar una recuperación fuerte y sostenida no será el resultado del fomento de la demanda por medio de políticas monetarias, sino el fomento de procesos de descubrimiento e innovación en todos los sectores productivos (agrícola, agroindustrial, manufactura y servicios). En este campo, Costa Rica deja mucho que desear según los hallazgos de un estudio relativamente reciente del Banco Interamericano de Desarrollo.
Hay dos importantes fuerzas que afectan la productividad agregada de un país: la productividad de las empresas individuales y la forma en que el mercado permite asignar los recursos productivos entre las empresas con diferentes niveles de productividad. ¿Qué factores afectan a estas dos fuerzas? La literatura económica nos enseña que hay un primer grupo que captura los elementos que determinan la capacidad de innovación de las empresas, mientras un segundo grupo captura la eficiencia con que los mercados asignan los recursos entre las empresas. La innovación a nivel de empresas depende de las mejoras que éstas realicen en materia de gestión, organización, calidad de insumos, investigación y desarrollo, tecnologías de información y comunicación (TICs) y aprendizaje. Por otra parte, la reasignación de recursos es función del mecanismo de mercado (i.e. que tan eficiente es éste al permitir que el empleo se mueva de las empresas menos productivas a las más productivas). En adición a lo anterior, existen otros factores externos a la empresa que afectan ambos grupos de factores. Estos se refieren a la calidad del capital humano, el acceso a información y tecnología, el acceso al financiamiento, el clima de negocios y el marco institucional.
La descomposición anterior de los factores que afectan la productividad es muy útil, ya que en efecto permite identificar claramente las dos fuentes del crecimiento la productividad agregada. De hecho, en un sector específico la productividad puede aumentar si, manteniendo todo lo demás constante, la empresa promedio se hace más productiva (i.e. aumenta) y/o los trabajadores son reasignados desde las empresas menos productivas a las más productivas. Por lo tanto, cualquier barrera que impida el crecimiento en la capacidad de innovación de las empresas y/o la asignación de recursos de las empresas menos productivas a las más productivas, afectará de manera negativa la productividad agregada. Barreras de este tipo incluyen la falta de competencia, obstáculos al acceso de conocimientos y financiamiento, mal clima de negocios, deficiencias en el marco institucional, deficiencias en el sistema de formación técnico y profesional y en la infraestructura física y digital, entre otros.
Entonces, ¿qué deberíamos hacer? Primer paso, identificar aquellos determinantes de la productividad sobre los cuales es necesario actuar con premura a corto, mediano y largo plazo. Segundo paso, establecer un orden de prioridades y determinar los requerimientos políticos, legales, institucionales, financieros y de recursos humanos para alcanzar los resultados deseados. Tercer paso, definir un plan de acción u hoja de ruta a fin de poder tomar las acciones necesarias, monitorearlas y evaluarlas.
Estas tareas plantean dificultades bien conocidas debido a varias razones, entre las cuales valga recordar: la disparidad de intereses en juego, tanto en el sector privado como en el sector público; la oposición de los posibles grupos de “perdedores” y como atender sus necesidades; y la estrecha interrelación entre los diferentes factores de los cuales depende el aumento de la productividad. En efecto, en no pocos casos, las posibilidades de avanzar en relación con alguno de los factores determinantes dependen del progreso logrado respecto a otros factores. Esto obliga a actuar en varios campos simultáneamente, para obtener los objetivos establecidos. Por otro lado, es necesario tener siempre presente aquello de que “quien mucho abarca poco aprieta”. Por ello es importante contar con la institucionalidad apropiada y, por ende, el irla construyendo para lograr los objetivos planteados.
Sólo así será posible alcanzar la meta de aumentar de manera sostenida la productividad de la economía nacional y lograr un crecimiento alto y sostenido. Hay buenas noticias sobre el primer paso que debemos dar, ya en Costa Rica existen importantes diagnósticos en muy diversos campos, por lo que podríamos decir que esta tarea es relativamente fácil de llevar a cabo. El reto está en ejecutar los pasos dos y tres de manera apropiada. Esto último demanda llegar a consensos entre los diferentes actores sobre la priorización de las tareas y las políticas a ser implementadas, así como a mejorar la institucionalidad con que contamos, especialmente para la coordinación, implementación, monitoreo y evaluación de las políticas a implementar.
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