Si algo es claro en relación con el proyecto de ley que permitiría a las personas renunciar a la pensión del Régimen Obligatorio de Pensiones Complementarias (ROP) y retirar el saldo de su cuenta individual en un solo pago es que existe un gran desconocimiento del funcionamiento de un fondo de capitalización individual.
En un nuevo ataque al sistema de pensiones de nuestro país, el diputado Cruickshank ha venido afirmando que las Operadoras de Pensiones Complementarias (OPC), las cuales están a cargo de la administración del ROP, “acumulan pérdidas que ascienden a ₡118.000 millones, lo que afecta a 2,6 millones de pensionados”. El diputado tiene un error conceptual pues confunde una pérdida con una minusvalía.
Lo primero, es entender cómo se contabilizan las inversiones de los fondos de pensiones. De conformidad con las mejores prácticas internacionales, las carteras mancomunadas, o sea, los fondos que se crean con los ahorros de muchas personas tales como los fondos de pensiones, deben valorarse a precios de mercado pues los ahorrantes pueden retirar su dinero en un momento indeterminado. Dicho de otra forma, los afiliados al ROP tienen la posibilidad de cambiarse de OPC en cualquier momento y algunos de ellos podrán pensionarse y retirar paulatinamente el fruto de su ahorro. Por lo tanto, las carteras se deben valorar a mercado para evitar la transferencia de recursos entre unos afiliados y otros, para no romper con el principio de la individualidad de la cuenta.
Como en cualquier mercado, los precios de los bonos en los que invierten los fondos de pensiones cambian todos los días. Desde hace aproximadamente un año y hasta hace un par de meses, los títulos del sector público que componen la mayor parte de la cartera de las OPC experimentaron minusvalías por valoración, a causa de la pésima gestión de la deuda pública del gobierno anterior, lo que ocasionó que Hacienda se hubiera visto obligada a aumentar las tasas de interés, para poder financiar su déficit.
Sin embargo, estas minusvalías no se materializan en pérdidas reales, a menos de que los afiliados retiren los dineros del ROP y se liquiden las inversiones, que es paradójicamente lo que promueve el diputado Cruickshank.
Esto se explica mejor con un ejemplo, supongamos que una OPC invierte $1,000 en un título a un año plazo que hoy vale 100 y paga una tasa de interés de mercado de 5% anual. Ese título promete devolver $1,050 al final del año. Si luego de emitido el título, la tasa de interés del mercado sube a 10%, ese título ya no valdría 100, sino algo más de 95, pues debe competir con otro título que devuelve también $1,050 en un año, pero que paga 10% de interés. Así, ambos títulos, el que tiene una tasa de interés del 5% y el que tiene tasa de interés del 10% tienen exactamente la misma rentabilidad, luego de ajustados los precios.
Entonces el primer título con una tasa de interés del 5% debe contabilizar una minusvalía de 5% sobre el fondo, pero esta pérdida de valoración es de papel pues al final del año se recuperan los $1.050. Dicho en otras palabras, cada vez que hay pérdidas de valoración por aumentos en las tasas de interés de mercado, la rentabilidad de un fondo sube, por lo que estas pérdidas se disipan en el tiempo conforme los títulos van venciendo o madurando, a menos de que el ahorrante no decida esperarse a obtener toda la rentabilidad y liquide las inversiones. Esto significa que las pérdidas aducidas por el diputado Cruickshank no son efectivas a menos que se retire el ROP.
Pero tampoco lleva razón el diputado en cuanto a lo que verdaderamente ha ocurrido en nuestro país con las rentabilidades de los fondos de pensiones, las cuales deben mirarse con una perspectiva de largo plazo. En el siguiente cuadro se muestra la rentabilidad acumulada del ROP en los últimos 10 años entre abril de 2009 y abril de 2019. Acá se muestra que esta rentabilidad se ha ubicado entre 135% en Popular Pensiones y 169% en la CCSS OPC, o sea, una tasa anual promedio entre el 13,5% y el 16,9%.
Son realmente excepcionales los trabajadores costarricenses que estarían en la capacidad de mejorar estas rentabilidades, invirtiendo los recursos por sus propios medios, si no es asumiendo un riesgo intolerable para cualquier fondo de pensiones. O sea, para el costarricense promedio, el retiro del ROP para invertirlo por sí mismo acarrearía una menor rentabilidad en lugar de mantenerlo en al OPC. A pesar de ello, la experiencia de otros países indica que la inmensa mayoría de personas gastarían sus ahorros en gastos no relacionados con la vejez, lo cual disminuiría el monto de la pensión y elevaría el porcentaje de adultos mayores que viven en pobreza, los cuales regresarían al Estado a solicitar protección.
Por último, para terminar de desmitificar el tema de las minusvalías de los fondos de pensiones, en los últimos meses y gracias a una mejor gestión de la deuda pública, los precios de los títulos emitidos por el Ministerio de Hacienda han venido al alza y casi han recuperado el valor que tenían previo al problema de liquidez del Gobierno. Esto significa que ahora estos títulos tienen una plusvalía, por lo que, así como las pérdidas de valoración vienen, también se van. Una razón para entender la forma en que deben analizar las rentabilidades en los fondos de pensiones.
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