Como producto de la crisis sanitaria asociada al covid-19, muchas empresas de muy variados sectores han tenido que reducir su actividad económica o cerrar, produciendo con ello una importante pérdida de riqueza y fuentes de empleo. Para enfrentar con éxito la crisis hay que mejorar las condiciones internas de las empresas y sus estrategias de negocios, así como el entorno en el cual operan. Este doble reto demanda cambiar el enfoque sectorial con que las autoridades acostumbran a apoyar al sector productivo, moviéndonos a un enfoque basado en el fortalecimiento de las cadenas de valor, en el cual la herramienta por excelencia son los clusters.
El enfoque de clústeres crea las condiciones necesarias para incrementar la productividad y competitividad de las empresas por medio de la innovación y el desarrollo de ventajas competitivas dinámicas de largo plazo. Se pasa así de apoyar a sectores específicos a promover la cooperación entre empresas que participan en una o varias cadenas de valor, donde el fortalecimiento de las relaciones público-privadas y privadas-academia son fundamentales para lograr tal objetivo.
La Figura 1 muestra un ejemplo de cadena de valor en la producción de un determinado alimento procesado (v.g. puré de papa en polvo). Es claro que eliminar los cuellos de botella entre los proveedores de insumos (productores de semilla, fertilizantes, maquinaria, etc), los productores de papa y los agroindustriales que procesan este producto hasta convertirlo en un bien de mayor valor agregado, así como asegurar el apropiado suministro de insumos públicos, servicios laterales (comunicaciones y banca) y apoyo tecnológico, constituye una forma más eficiente de apoyo a estas empresas que sólo apoyar a uno de estos actores (enfoque sectorial), como ha sido la práctica tradicional en Costa Rica.
La experiencia de varios países y regiones que han
enfrentado profundas crisis económicas en el pasado (v.g. Estonia, Finlandia,
Irlanda y País Vasco en España), muestra la importancia de diseñar e
implementar un programa nacional de clusters en el país, al cual se alineen otras
políticas públicas como la de educación, transporte, infraestructura,
financiamiento, etc. Se estima que hoy en día existen más de 3.000 iniciativas
cluster en el mundo, principalmente en Europa, pero también en países grandes
como los EE.UU. y China.
En términos generales, el profesor Michael Porter de Harvard, define un cluster como una concentración geográfica de empresas de uno o varios sectores interrelacionados, proveedores especializados, empresas de sectores auxiliares y relacionados, compañías de distribución y clientes, instituciones de educación e investigación (universidades, laboratorios, centros tecnológicos, etc.) y otras instituciones (gobiernos, asociaciones empresariales, banca y organizaciones de la sociedad civil), cuyo propósito es trabajar en la mejora continua de la competitividad y la productividad y, por ende, en el desarrollo continuo de ventajas competitivas de largo plazo. La idea central detrás de un cluster es un modelo de cooperación privado-privado (es decir, de empresas que compiten en un mismo sector, pero que están dispuestas a cooperar, en beneficio común, unas con otras) al que se une otro ámbito de cooperación, el público-privado. En este enfoque la coordinación de esfuerzos entre las diversas instituciones públicas vierte especial importancia.
El enfoque de cluster reconoce que la competitividad de cualquier empresa, en especial de las micro, pequeñas y medianas empresas (PYMES), depende en gran medida de las relaciones que establezca con otras empresas, instituciones públicas y la academia, así como de los flujos de aprendizaje e innovación que conlleven dichas relaciones. Este reconocimiento es de la mayor importancia para Costa Rica, donde más del 95% de las empresas del parque productivo son PYMES.
La implementación de una política nacional de clusters (PNC) permitiría apoyar a las empresas que operan en una misma cadena de valor, a establecer entornos colaborativos de trabajo para conseguir mejores posiciones competitivas en los mercados, y con ello, mejores oportunidades de empleo y condiciones de vida para las regiones donde lleguen a operar los clusters. Además, y de suma importancia en las condiciones actuales, los clusteres han mostrado ser un mecanismo muy importante para la reactivación económica y para el desarrollo de resiliencia ante choques externos de diversa naturaleza que impactan el mercado.
Mediante los clusteres se busca generar ventajas competitivas más sostenibles aumentando la calidad de los productos, añadiéndoles características que los hagan más deseables para los consumidores, desarrollando tecnología de procesos propios o aumentando la eficiencia de la producción, todo lo cual conlleva también mejoras en la calidad de los empleos y aumento de los ingresos de los trabajadores.
Desde hace varios años se viene discutiendo en Costa Rica sobre la importancia de diseñar e implementar una política nacional de desarrollo de clusters (https://publications.iadb.org/es/node/17645). Afortunadamente ya existen varias iniciativas que se están desarrollando en el país en este campo, impulsadas principalmente por el sector privado y la academia, a las cuales resta sumar una política pública bien coordinada, sólida e institucionalizada, que permita obtener los mejores resultados de tales iniciativas. Un reto que demandará importantes esfuerzos tanto de la presente administración como de otras que vengan a futuro, tal y como lo demuestra la experiencia internacional.
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